4. ABRAHAM
“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que
había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó
como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas
con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad
que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”. Hebreos 11:8-10
A Abraham se le conoce como el padre de la fe. Como hemos mencionado
anteriormente, el libro de Hebreos, capítulo 11, es el libro de la fe. En él
encontramos un sin número de ejemplos de hombres y mujeres que vivieron por fe
y fueron reconocidos por esa fe ejemplar. Uno de esos ejemplos fue también Abraham.
Su llamamiento a la fe (Gn 12:1-3), en el que Dios le habla a Abraham y le pide que salga de su tierra y que abandone a su parentela para dirigirse a una tierra que Él le mostraría más adelante. Es decir, Abraham obedeció y salió de su lugar de origen sin saber a dónde iba, ni a qué lugar lo iba a llevar el Señor. Se movió sólo por fe. Ese tipo de fe es la que nosotros necesitamos para obedecer a Dios sin cuestionarlo y movernos aun sin saber lo que vendrá después.
En
la epístola a los Hebreos, Abraham es elogiado por su fe: “Por
la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de
recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba” (Heb 11:8). “Por la fe
Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las
promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia” (Heb
11:17-18). A la luz de estos pasajes
vemos que, la fe de Abraham presenta tres características propias de la fe: la
obediencia, la confianza y la fidelidad que se fundan en el conocimiento de
Dios como aquél que es omnipotente, verdadero y fiel.
La
obediencia viene del escuchar. Es
decir, en la base de la obediencia, está la escucha de la Palabra de Dios que
llama al hombre a vivir en íntima amistad con Él. Abraham acoge la Palabra de
Dios con toda su voluntad y libertad, porque había experimentado que Dios es
omnipotente, verdadero y fiel a sus promesas. De hecho, habiendo dejado su
tierra sin haber adquirido otra y no pudiendo tener un hijo, el Señor le había
concedido a Isaac. Abraham permaneció libre para acoger la Palabra de Dios,
pero decidió confiar y abandonarse a Él, aún sin saber cómo el Señor cumpliría
su promesa.
La
fe requiere la confianza y el abandono. Abraham
confió en la Palabra de Dios porque sabía que Dios es la Verdad en persona. Cuando
Dios le pide el sacrificio de su hijo, Abraham humanamente sufre, pero
su fe es fuerte y no lo hace vacilar, porque él confía en Dios. En el
capítulo 22 del Génesis, leemos que Abraham se pone en camino con su hijo y sus
servidores para ir sobre el monte Moriah y sacrificar a Isaac. En un cierto
punto, se paran y Abraham dice a sus servidores: “Párense aquí con el asno; yo y el muchacho iremos hasta arriba,
nos postraremos y después regresaremos con ustedes”. Abraham está seguro que Dios buscará el modo de
restituir a su hijo. Siglos después, el autor de la epístola a los hebreos nos
explica el pensamiento de Abraham: “Él pensaba de hecho que Dios es capaz de
hacer resucitar a los muertos” (Heb 11:19).
Abraham
es estable y perseverante en la decisión de seguir las indicaciones divinas y
es heroico a la hora de la prueba.
La
fidelidad y/o estabilidad de Abraham consiste en la decisión, tomada una vez
por todas, de obedecer a Dios, sin poner a discusión la voluntad de Dios frente
a la prueba:“Mas
el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma” (Heb 10:38). El diseño de Dios prevé siempre
algunos momentos para verificar y consolidar: la prueba a la que Abraham fue
expuesto era terrible y podía parecer irracional y contrastante con la promesa
que Dios había hecho en relación a Isaac: “De Isaac tendrás una
descendencia que llevará tu nombre” (Heb 11:18).
Abraham
fue fiel porque doblegó heroicamente su propio pensamiento al pensamiento de
Dios.
Estimado hermano, necesitamos
hacer lo que hizo Abraham. Necesitamos creer que Dios puede hacer lo imposible
y que nada es demasiado difícil para Dios. Necesitamos creer en el poder y las
promesas de Dios, sin dudar. Necesitamos creer y estar dispuestos a obedecer
voluntariamente a Dios, salir de este mundo y apartarnos del pecado.
También, necesitamos
confiar en la guía y dirección de Dios al llevarnos a un territorio que no
conocemos. En nuestro viaje como extranjeros y peregrinos en el mundo,
necesitamos mirar en fe al Reino venidero de Dios.
Y Ud.: ¿Seguirá el
ejemplo de Abraham? éste es un gran paso que nosotros podemos dar. Que Dios
nos ayude a hacer esos cambios imprescindibles en nuestra vida de tal forma que
podamos heredar la misma recompensa que Abraham.
¡Que Dios lo bendiga!
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bendecir a más personas.
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